Hoy 13 de mayo se cumple otro año de la muerte en 1988 del gran trompetista Chet Baker, quien conquistó la gloria en los clubes de jazz de Estados Unidos gracias a su don, a ese sonido suave de la Costa Oeste de EEUU. Baker transformó el jazz en algo diferente tanto por su música como por su imagen de actor de Hollywood rebosante de carisma y elegancia. Todo el mundo quería estar cerca de él y tuvo el mundo entre sus manos. Pero en ese mundo abundaban las drogas, drogas duras que todavía eran legales y que circulaban en todo tipo de entornos y ciudades. Baker acabó preso de ellas. Arruinado por ellas tanto en lo económico como en lo personal. Cayó en un círculo vicioso de deudas, mentiras y divorcios mientras su música seguía creciendo. Devoró el mundo y a la par fue devorado por él, como Charlie Paker, como muchos más de aquella generación bendecida por la música y maldecida por sus pactos con el diablo.
Grandes músicos han visto truncada su carrera debido al consumo de heroína. Janis Joplin, Jim Morrison o Jimmi Hendrix son algunos ejemplos de artistas que murieron demasiado jóvenes por culpa de una adicción fatal que ha estado unida irremediablemente al mundo del espectáculo. Chet Baker no fue diferente. El legendario trompetista estadounidense tocó el cielo en los años 50 en locales como el mítico Birdland de Nueva York y una década después paseaba su creatividad en garitos de poca monta, intentando rescatar los aplausos que un día le dedicaron sus enfervorecidas fans.
Baker se había vuelto adicto a la heroína en los cincuenta y había sido encarcelado varias veces durante cortos periodos. No obstante, no sería hasta los años sesenta que su adicción empezara a interferir en su carrera musical. Fue arrestado en Italia en el verano de 1960 y pasó casi un año y medio entre rejas. Celebró su regreso grabando en 1962 Chet Is Back! para la RCA. A finales de año, sin embargo, fue arrestado en Alemania Occidental y expulsado a Suiza, luego a Francia y, finalmente, a Inglaterra. Pero fue deportado de nuevo a Francia a causa de otro problema con las drogas en 1963. Vivió en París y durante todo el año siguiente actuó en Francia y España, pero tras ser arrestado una vez más en Alemania Occidental en 1964, fue deportado a Estados Unidos.
Tocó en Nueva York y en Los Ángeles a mediados de los sesenta, cambiando temporalmente la trompeta por el fiscorno. En el verano de 1966 sufrió en San Francisco una gran paliza relacionada con su adicción a las drogas. Como consecuencia de ella, sufrió algún desperfecto en su dentadura que le llevó a modificar su embocadura en la trompeta. Hacia finales de los sesenta, grababa y actuaba sólo de forma ocasional; a comienzos de los setenta, se retiró por completo.
La noche del 11 de marzo de 1988 dio su penúltimo concierto en el Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid (España), también conocido como el Johnny. Su último concierto fue el 1 de Abril de ese mismo año en Alemania.
Grandes músicos han visto truncada su carrera debido al consumo de heroína. Janis Joplin, Jim Morrison o Jimmi Hendrix son algunos ejemplos de artistas que murieron demasiado jóvenes por culpa de una adicción fatal que ha estado unida irremediablemente al mundo del espectáculo. Chet Baker no fue diferente. El legendario trompetista estadounidense tocó el cielo en los años 50 en locales como el mítico Birdland de Nueva York y una década después paseaba su creatividad en garitos de poca monta, intentando rescatar los aplausos que un día le dedicaron sus enfervorecidas fans.
Baker se había vuelto adicto a la heroína en los cincuenta y había sido encarcelado varias veces durante cortos periodos. No obstante, no sería hasta los años sesenta que su adicción empezara a interferir en su carrera musical. Fue arrestado en Italia en el verano de 1960 y pasó casi un año y medio entre rejas. Celebró su regreso grabando en 1962 Chet Is Back! para la RCA. A finales de año, sin embargo, fue arrestado en Alemania Occidental y expulsado a Suiza, luego a Francia y, finalmente, a Inglaterra. Pero fue deportado de nuevo a Francia a causa de otro problema con las drogas en 1963. Vivió en París y durante todo el año siguiente actuó en Francia y España, pero tras ser arrestado una vez más en Alemania Occidental en 1964, fue deportado a Estados Unidos.
Tocó en Nueva York y en Los Ángeles a mediados de los sesenta, cambiando temporalmente la trompeta por el fiscorno. En el verano de 1966 sufrió en San Francisco una gran paliza relacionada con su adicción a las drogas. Como consecuencia de ella, sufrió algún desperfecto en su dentadura que le llevó a modificar su embocadura en la trompeta. Hacia finales de los sesenta, grababa y actuaba sólo de forma ocasional; a comienzos de los setenta, se retiró por completo.
La noche del 11 de marzo de 1988 dio su penúltimo concierto en el Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid (España), también conocido como el Johnny. Su último concierto fue el 1 de Abril de ese mismo año en Alemania.
El 13 de mayo de 1988, cayó por la ventana de un hotel en Ámsterdam (Países Bajos) tras consumir heroína y cocaína, y falleció instantáneamente. Tenía 58 años.
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