Escucha VFJAZZ RADIO

Lo más leído en los últimos 7 dias

junio 23, 2014

Se fue Jimmy Scott, el cantante andrógino del jazz



“La gente me veía y pensaba: vaya tipo raro…” Jimmy Scott viajó por el territorio de la ambigüedad forjando una leyenda en torno a su persona que iba más allá de la propia música. Para Ray Charles, fue “el hombre que definió el término soul”; para Nick Cave, “el cantante americano más injustamente minusvalorado del siglo XX”. Scott, acaso el mayor baladista en la historia del jazz, falleció el pasado jueves, 12 de junio, en la ciudad de Las Vegas, a los 88 años.

Nacido como James Victor Scott un 17 de julio de 1925 en Cleveland, Ohio, padecía una rara enfermedad autosómica conocida como Síndrome de Kallmann. Como resultado de la misma, su crecimiento hormonal se detuvo antes de llegar a la pubertad, dejando a Jimmy atrapado de por vida en el cuerpo de un niño: “Mi madre me enseñó a no comerme el coco con el tema, y yo lo único que quería era cantar”. ¿Hombre o mujer?: ese iba a ser el dilema al que habría de enfrentarse Scott de por vida: “Su tono de voz estaba muy cerca del castrato” (Nicholas Abrahams). En nada estaría conociendo las servidumbres del oficio junto a Tim McCoy, un comediante de dudosa reputación. El joven aparecía en escena justo antes de la llegada de la policía: no sólo era menor de edad, sino que parecía todavía más joven.

En los primeros cuarenta conoció a Estelle Caldonia Young, bailarina exótica y máxima estrella de su propia Caldonia's Revue, con la que iba a recorrer el Profundo Sur del país, y que se convertiría en una segunda madre. De ahí, pasó a ganarse las lentejas como proveedor de artículos de aseo para artistas: “de no ser por Lionel Hampton, quizás, todavía estaría vendiendo jabón”.

El mundo supo del extraño vocalista andrógino a través de una grabación junto a Hampton, Everybody’s Somebody’s Fool, éxito de ventas en 1950: “Fue Lionel quien empezó a anunciarme como Little Jimmy Scott”.

Siguiendo el consejo del boxeador y notable fan del cantante Joe Louis, en 1951 Scott fijó su residencia en Nueva York. Su contrato de una semana en el club Baby Grand de Harlem se prolongó por tres meses. El cantante de la voz de cristal ganaba nuevos adeptos entre la realeza del jazz, de Billie Holiday a Charlie Parker, con quien grabaría una conmovedora versión de Embraceable you. Cuando el disco vio la luz, Scott se encontró con que su nombre había sido sustituido por el de la cantante Chubby Newsome: “El editor, simplemente, no podía creer que fuera un hombre el que cantaba”.

Su subsiguiente contrato con el sello Savoy le permitió registrar sus primeros discos como líder al mismo tiempo que le llevaba a un callejón sin salida: “Herman Lubinsky, el dueño, no promocionaba nada de lo que yo hacía”. Así las cosas, en 1962 firmó un nuevo contrato con Tangerine, la compañía de Ray Charles, para la que grabó Falling in Love Is Wonderful. Tan pronto vio la luz, el disco fue retirado de las tiendas tras la denuncia de Lubisnky reclamando su parte del pastel. Decepcionado, Scott aceptó un empleo como repartidor en el Sheraton Hotel de Cleveland: “Mucha gente me dio por muerto”. Tardaría tres décadas en volver al mundo de los vivos gracias a Seymour Stein, máximo responsable de Sire Records: “Ahora sí tenía a alguien que remaba conmigo en la dirección correcta”.

Convertido en una estrella mediática, en junio de 1991, Jimmy Scott apareció como estrella invitada en un episodio de la serie Twin Peaks antes de colaborar con Lou Reed Magic and Loss y Madonna Secret: “El clima hoy es más propicio para cantantes como yo y Tony Bennett o Johnny Cash: trovadores con la capacidad de sobrevivir”. Para el recuerdo, su espeluznante versión de Nothing compares 2 U, de Prince: “Si esto no te conmueve”, escribió un crítico de la época, “es que eres un trozo de hielo”.


Creado por Hugo Santaromita, comentarista y escritor venezolano de jazz.

junio 02, 2014

Monty Alexander: el jazz se viste de reggae




Después de haber estudiado en su Jamaica natal bajo la dirección de algunos calificados profesores, el pianista, Monty Alexander, se trasladó a Miami, EEUU. En los años setenta trabajó con el vibrafonista, Milt Jackson y el contrabajista, Ray Brown. Su participación en festivales, conciertos, giras y espectáculos fue en los años ochenta muy intensa y así pudo participar en Monterrey, Montreux, (donde grabó un gran disco en directo) el festival de jazz del sello Concord, etc. Pianista clásico y fruto de la escuela dejada por el maestro, Oscar Peterson o Ahmad Jamal, Monty Alexander tiene en la actualidad un bien merecido prestigio y es, sin duda, el músico de jazz más representativo de Jamaica. 

Su estilo destaca por la fusión entre las raíces jamaicanas y el jazz estadounidense clásico, con una fuerte influencia caribeña. Sus influencias más notorias son Wynton Kelly, Art Tatum, Gene Harris y Ahmad Jamal.


Su trabajo más popular fue como pianista en el disco Unforgettable, de Natalie Cole, en el cual se rinde homenaje al cantante Nat King Cole y que estuvo primero en la lista de éxitos de Billboard en 1991. 

Su álbum más reciente se titula Harlem-Kingston Express, del cual extraemos tema No Woman No Cry, donde podrán apreciar intactas su raíces jamaiquinas en fusión con el jazz. Escuchen todo el tema, y se darán cuenta.



Creado por Hugo Santaromita, comentarista y escritor venezolano de jazz.

junio 01, 2014

JazzTimes le rinde tributo a Eastwood a sus 84 años




El pasado sábado 31 de mayo, el actor y director Clint Eastwood, un gran aficionado y músico de jazz, arribó a sus 84 años. Play Mysty For Me fue la primera película del director, cuya banda sonora original es del gran Erroll Garner. El duro actor interpretaba el papel de un disc-jokey radiofónico perseguido sin recato por una admiradora ansiosa por escuchar una y otra vez el disco de Garner.
Eastwood, quien nació en 1930, ha sido un apasionado de la música toda su vida. Sus géneros musicales favoritos son el jazz (especialmente el estilo bebop), el blues, el rhythm and blues, la música clásica y el country. Algunos de sus músicos favoritos son Charlie Parker y Lester Young, los pianistas Thelonious Monk, Oscar Peterson, Dave Brubeck y Fats Waller y el artista del blues Robert Johnson. Eastwood es pianista y compositor y el jazz ha jugado un papel importante en su vida desde su juventud. Aunque nunca se ha dedicado de forma profesional a la música, el cineasta ha contagiado esta pasión a su hijo Kyle, que es un reconocido bajista de jazz y compositor. Eastwood fue pianista de boogie-woogie en su juventud y tuvo intención de abrirse camino en el mundo de la música estudiando un grado tras finalizar los estudios secundarios. A fines de 1959 produjo el álbum Cowboy Favorites, puesto a la venta por el sello Cameo.

El actor y director tiene un acuerdo con Warner Bros. Records y distribuye su música con el sello Malpaso Records como parte de su contrato con la productora de cine Warner Bros. Así han salido a la venta todas las bandas sonoras de sus películas desde Los puentes de Madison. Eastwood co-escribió Why Should I Care junto a Linda Thompson y Carole Bayer Sager, una canción que fue interpretada por Diana Krall. También compuso las bandas sonoras de las películas Mystic River, Million Dollar Baby, Flags of Our Fathers, Grace Is Gone, Changeling, Hereafter y J. Edgar, además de las piezas de piano que suenan en el filme En la línea de fuego y la canción que suena en los créditos de Gran Torino, cantada por él mismo. 
La música que Eastwood compuso para el filme Grace is Gone, estrenado en 2007, fue nominada a dos Globos de Oro y ganó el premio Satellite a mejor canción. Changeling fue nominada a mejor banda sonora en los premios Critics Choice, en los Globos de Oro y en los premios Saturn. En el año 2007 Eastwood recibió un doctorado honoris causa en música por el Berklee College of Music durante el Festival de Jazz de Monterrey, del que es un activo miembro organizador.
Disfruten de una escena de Birdpelícula que dirigió y produjo en homenaje al saxofonista Charlie Parker (1998) con el tema Lover Man.


Creado por Hugo Santaromita, comentarista y escritor venezolano de jazz.

Gabriela Martina: la nueva voz del jazz




Nacida en Lucerna, Suiza, Gabriela Martina es una cantante de jazz de las nuevas generaciones que emigró muy joven a Boston, Massachussets, EEUU, donde se crió en un ambiente muy musical. Estudió música en la escuela secundaria, y pasó un año en Londres, en la Escuela de Música Vocaltech. Atraída por la música afroamericana, estuvo varios años estudiando en la Jazzschool en Lucerna, ahorrando al mismo tiempo que el dinero para ir a estudiar en los Estados Unidos. Mientras tanto, se convirtió en una presencia ubicua en la escena suiza, actuando con una gran variedad de bandas de pop rock, aunque nunca renunció a su ambición de estudiar jazz en su origen.

Durante sus dos años en el Berklee College of Music, tuvo la oportunidad de actuar y colaborar con pesos pesados ​​como Meshell Ndegeocello, Jack DeJohnette, y Angelique Kidjo. Grabó con el veterano baterista JR Robinson y actuó en 2009 Festival de Jazz de Montreux con la banda del guitarrista Lee Ritenour como semi-finalista en el Concurso de Voz Shure .

Martina publicó un álbum muy aclamado por la crítica en 2010 titulado Curiosity, que incluyó su canción original Ain't Nobody, finalista en los ASCAP Fundación Jóvenes Jazz Composer Awards 2012. Se perfeccionó en la costa este de EEUU.


Su próximo álbum No White Shoes, que será editado este año, representa un paso importante de la cantante como un músico del siglo XXI con un estilo totalmente impredecible.



Creado por Hugo Santaromita, comentarista y escritor venezolano de jazz.

Es Dios

"Esa lengua de fuego se abría despiadada, como urdiendo en el alma y buscando donde cabalgar. Resoplaba fuerte, escrutaba el ojo, mordía la mente y ondeaba su calor, como haciéndonos sentir que somos una miniatura, una milmilésima parte del universo. Esa lengua de fuego, creación al fin, es lo mismo que la hoja, que la piedra, que el agua, que el ave, que la hierba. Es Dios".

La compuerta de la vida

"A veces, casi inerme, entrebusco la fórmula de la vida, y encuentro una melodía que me exige respirar, profundo, restituyéndome la fe en el futuro. Sólo Dios abre la compuerta de la vida, y la música es el compás de espera a la perfección, el estadío más emocionante del ser humano".

Pulsa abajo y síguenos también en Facebook Groups